domingo, 27 de junio de 2010

Diario ABC -Artes y Letras- MANCHAS NEGRAS COMO VIDAS (26-06-2010)



Entre los diluvios bíblicos de estos días y las imágenes de villas viciosas asturianas convertidas en lagunas venecianas le eché el ojo a esta obra de Mariano Casas. Obra recomendada hace un par de meses por uno de los libreros a los que siempre hay que tener como voz consejera en materia literaria. La dimensión de un librero también se mide por esas singulares recomendaciones que siempre dan en el clavo. ¡Qué facilidad tienen para excitar al lector con la lujuria de la banda diseñada! Al final dependerá de los gustos de cada uno, pero en general las buenas historias son fáciles de acomodarse en las bibliotecas privadas, y esta Mancha Negra de Mariano Casas (“hartista” compostelano) tiene un lugar en estos almacenes literarios.

Cuenta más de lo que cuenta ya la propia portada, en la que se puede ver una mancha negra de pintura sobre un fondo blanco. Esta ambigüedad simbólica y léxica sirve de preámbulo a un rosario de historias cortas (que no historietas) en adecuación cromática a las cubiertas del libro: blanco y negro con matices de sombras grises. Una negra sombra rosaliana que tiene en el prefacio una explicación por parte del autor del significado de esta mancha: desde la génesis en una ecografía hasta un poco de chapapote en la costa gallega, pasando por la metafórica imagen de la crisis o la amenazante señal pirata que se otorgaba a una víctima. Una misteriosa introducción que estiliza las ocho historias a las que acompaña: “Génesis”, “Héroes”, “Éxodo”, “Lamentaciones”, “Deuteronomio”, “Apocalipsis”, “Pasión” y “Resurrección”, títulos que van a dar al bíblico inconsciente universal y que recogen ocho capítulos de la vida de Jaime, un protagonista un poco distante e hierático.

Ahí están las ocho partes de esta obra fragmentada pero en cierta manera lineal (a pesar de la artillería discursiva y estilística que coquetea constantemente con los juegos metonímicos y metalépticos) que nos llevan desde a un nacimiento onírico (y en cierta manera objeto de un nudo en una cinta de Moebius) a un encuentro con superhéroes icónicos completamente absurdo, sin olvidar el fragmento del “Apocalipsis” que tiene un algo de aquel “Vals con Bashir” o la beckettiana/lyncheana “Pasión”, donde el protagonista encuentra tras unas paredes una veintena de muertos (bien conservados) dispuestos en veinte sillas y que cobran vida en la mente de Jaime. Sin embargo las mejores acciones y emociones están recogidas en “Lamentaciones”, en la que a través de superposiciones narrativas e hipérboles se bosqueja una particular ruptura de una pareja, simbolizando la represión de los sentimientos en las miradas de la pareja que observa, atónita y nerviosa, una película que retrata sus pensamientos más ocultos.

El dibujo de Mariano Casas, poco habitual en el mundo del comic y más próximo al de la pintura, no juega con estridencias ni preciosismos; no muestra detalles ni es hiperrealista y en ocasiones siquiera es equilibrado. Las pinceladas abiertas y sueltas del autor son, centímetro a centímetro, pureza de narración; gestualidad a través de lo sintético y en ocasiones pueril. Una pérdida de la verosimilitud que sirve para hiperbolizar los recursos conceptuales de Casas. Esta búsqueda de la mínima expresión da como resultado un estilo casi iconográfico (pero más natural que el ya visto en “Mensajes”, anterior obra del autor) y a la vez un juego visual de significantes y significados (el crucero convertido en lasaña en la historia “Éxodo”) que recuerdan en ocasiones a la exitosa fórmula de la “Ciudad de Cristal” de Mazzucchelli o al “Cages” de Mckean, salvando las distancias.

1 comentario:

  1. http://elestudiodemariano.blogspot.com/2010/06/sobre-la-mancha-negra.html

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