domingo, 5 de julio de 2009

Probando un nuevo pincel a medianoche

Se acabó. Ya es mañana.

Había tres hombres vestidos de arlequines. Y una mujer que se alimentaba de las metáforas. Les gustó el olor de su pantalón y se pusieron a olisquearlo. Levemente oscuras las caras, sonrieron y se acercaron. La periódica serie de hechos que tuvieron lugar en ese callejón culminaron en hipocresía. Vista de cerca, la escena abundaba en inútiles lamentaciones y en repeticiones monocromáticas. Sólo se articulaban las primeras letras del abecedario.


Y entonces cayó del cielo.


 
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